Curioso contemplar que un medio de un color determinado critica la politización de una disciplina y encontrar argumentos para recabar votos en su propio sentido.
Curioso también contemplar como otro medio de otro color opuesto critica la politización de otra materia para conseguir lo mismo.
Pero lo más sorprendente es la poca verguenza de ambos para no admitir que el politizar la politización. Es el farisaico tren-flecha actual al que todos se suben para mantener intactos sus propios intereses. Y no el común que es en origen la intención de lo político.
Y quienes politizan la tecnología, el clima, la administración, la educación, la cultura, el deporte, la comunicación, y absolutamente todo lo demás, ponen a sus responsables en un sucedáneo de escudo de Abraracurcix, sujetado y mantenido por los de siempre.
Todo esto apesta cada vez más.