El tamaño es algo que preocupa a muchos. No es importante, dicen unas voces para consolar. Jó que no, dicen otras (voces, claro está) sacando la crudeza y compensando el intento de confortar, de acuerdo a ese cretino cánon de lo políticamente correcto.
Parece ser que en cuestiones olfativas, el tamaño en efecto no es importante. Los metros cubicos de aire que la napia es capaz de almacenar depende de la dimension de esta, eso sí, pero solo sirve para calentarlo antes de que llegue a los pulmones.
La sensibilidad olfativa y sus receptores están supeditados a las proteínas segregadas que se encargan de transmitir al cerebro las sensaciones nuevas o conocidas y gestionadas por el hipocampo.
Lo que sí depende del tamaño de la nariz es el número de calumnias, embustes y triples (como se dice ahora en lenguaje teen) que un individuo es capaz de recitar por minuto sin despeinarse.
Y esto viene a cuento hoy en Scent4, porque el momento actual de precampaña electoral hace que el Pinoccismo se camufle y permute de sentido, haciéndose invisible a la vista, pero perceptible afortunadamente por el oído.