Cuando hablamos de Sócrates y de su formación de la moral, la ética y los principios sociales, nos viene a la mente la opuesta postura de los sofistas que con su prepotencia sabionda no deja opción en personajes de categoría:
Socrates sequere me (yo sigo a Sócrates), adaptandonos a los tiempos tuiterísticos que hacen cayo en los pulgares.
Pero hoy el enemigo no son los sofistas puesto que aquí hablamos de perfumes.
No todo el mundo en Grecia tenía afición por los perfumes y al mismo Sócrates no le agradaba que los hombres los usaran. En cambio Diógenes, probablemente el hombre mas g…… del mundo, se perfumaba los pies y lo justificaba diciendo: “si me perfumo los pies, el olor llega a la nariz, pero si me lo pongo en la cabeza solo los pájaros pueden olerlo”.
Moraleja: el mal olor no se puede disimular con uno bueno. Y ante la hipocresía y el aparentar sofistodiogenil, en Scent4 nos quedamos con la ignorancia socrática como vía del autoconocimiento.